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Los negocios no son justos

En ocasiones escuchamos frases como “el éxito está en tus manos” o “con suficiente esfuerzo, todo es posible”. Aunque estas afirmaciones inspiran, también simplifican un fenómeno complejo: el terreno de juego de los negocios, no es justo.


Factores como la suerte, los motivos personales desalineados y el mal entendimiento del emprendimiento juegan un papel tan relevante como el trabajo duro y la preparación.


Los estudios dicen que la suerte también juega


La suerte no es un tema popular en las conversaciones sobre éxito empresarial, pero no debería ser ignorada. Numerosos estudios han demostrado que el azar influye en factores como la oportunidad de mercado, el acceso a redes sociales relevantes y el momento adecuado para lanzar un negocio.


Uno de los ejemplos más claros es el “efecto del primer movimiento” en la industria tecnológica. Empresas como Facebook y Amazon capitalizaron nichos de mercado justo en el momento en que estos se volvían relevantes. Pero por cada historia de éxito, hay cientos de competidores igualmente preparados que no lograron despegar porque no estaban en el lugar correcto en el momento adecuado.


Con esto dicho no busco disminuir el valor del trabajo duro o la preparación, pero sí invitarte a reflexionar sobre nuestra obsesión con la meritocracia. Hazte la pregunta, ¿Cuántos negocios exitosos atribuyen su logro exclusivamente a sus decisiones, ignorando las circunstancias externas que jugaron a su favor?


El emprendimiento como entretenimiento


Recientemente, el emprendimiento ha sido glorificado hasta convertirse en una especie de entretenimiento aspiracional. Series de televisión, podcasts, y perfiles de redes sociales muestran historias de emprendedores que parecen haber triunfado de la noche a la mañana. Este fenómeno no solo distorsiona la realidad, sino que también fomenta expectativas poco realistas en los más jóvenes.


El emprendimiento, al igual que las finanzas, se ha gamificado. Las redes sociales presentan a los emprendedores como héroes modernos, omitiendo el sacrificio, los fracasos y las horas interminables que hay detrás de cada logro. Esta narrativa se ha vuelto peligrosa, ya que incentiva a las personas a lanzarse a proyectos sin una comprensión clara de los riesgos y esfuerzos necesarios.


Los que han emprendido no me dejaran mentir; Tener un negocio no es un proceso glamoroso, es desafiante. Está lleno de momentos de incertidumbre, frustración y decisiones difíciles. Entender esto desde el inicio puede ayudarnos a tratar al emprendimiento como una profesión seria y no como una moda pasajera.


El 33% de los nuevos negocios fracasan el primer año y 9 de cada 10, no llegan al décimo año de operación.


¿Por qué ocurre esto? En parte, porque muchos emprendedores subestiman las demandas del mercado o sobreestiman la viabilidad de su idea. Otros fracasan porque no tienen un modelo financiero sólido o porque no logran adaptarse a cambios en el entorno competitivo, mientas las estadisticas en México dicen que las 3 principales razones de cierre de un negocios son: falta de ventas, falta de financiamiento y problemas entre los socios.


Esta tercer razón abre puerta a un factor que contribuye al fracaso, el desalineamiento entre las razones para emprender y las demandas reales del negocio. Muchas personas comienzan un negocio impulsadas por emociones, como el deseo de independencia financiera o la pasión por una idea.


Por ejemplo, un chef apasionado puede abrir un restaurante porque ama cocinar, pero si no está preparado para manejar la parte financiera y operativa, su negocio estará en riesgo. También alguien que empieza un negocio para "ser su propio jefe" encontrará que la carga de trabajo y la responsabilidad exceden sus expectativas iniciales.


¿Estamos emprendiendo porque realmente entendemos las necesidades del mercado que vamos a atender o porque queremos satisfacer una necesidad personal? Está el dilema entre emprender con el corazón o con la razón. Aunque la pasión es importante, los negocios exitosos suelen estar basados en datos, planificación y una comprensión clara de los riesgos.


Esto no significa ignorar nuestros gustos y pasiones, sino balancearlas con una dósis saludable de racionalidad. Un enfoque basado en la razón implica evaluar cuidadosamente la viabilidad del negocio, estudiar a la competencia y tener un plan financiero robusto. Implica ser capaces de tomar decisiones difíciles, como pivotar una idea que no está funcionando o incluso cerrar un proyecto antes de que las pérdidas se acumulen.


El mundo de los negocios está lleno de contradicciones, desafíos y desigualdades. No todos los proyectos tendrán éxito, y no todas las decisiones serán perfectas. Sin embargo, al aceptar la influencia de factores externos como la suerte, alinear nuestras motivaciones con las demandas del mercado y equilibrar la pasión con la lógica, podemos aumentar nuestras posibilidades de éxito cuando emprendemos.


El terreno de juego de los negocios no es justo, pero al reconocer esta realidad, podemos prepararnos mejor para enfrentar los retos del emprendimiento. Y tú, ¿Eres de los que piensa que todos partimos de donde mismo a la hora de emprender?, ¿O reconoces que este no es un juego justo para todos?


Diego Alcalá, Director de Operaciones en Comprando América 

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